Otro México es posible
El huracán Otis dejó a su paso por Acapulco y otras zonas de Guerrero una devastación y dolor cuyas dimensiones aún no se terminan de apreciar. Como siempre, las personas más afectadas fueron las más vulnerables, las que ya vivían precariamente y que ahora lo han perdido todo. Ante este panorama desolador, ante un sufrimiento humano de tales proporciones se requerirán esfuerzos coordinados y continuados de ayuda y reconstrucción que permitan a las personas retomar el curso de sus vidas. Para ello, es momento de poner de lado nuestras diferencias y hacer frente común a la adversidad; no solo de cara a la tragedia, sino en un sentido más amplio.
El huracán azotó en momentos de creciente crispación, antagonismo y división social. Lejos de estarse llevando a cabo una deliberación pública sobre el futuro que queremos y el mejor camino para alcanzarlo en el debate público prevalecen las descalificaciones y los insultos; los argumentos se llevan al terreno del absurdo, se explotan los miedos, se apela al enojo, y se diseminan indiscriminadamente mentiras.
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