El pasado 7 de abril se realizó el primer debate con la participación de las tres personas candidatas a la Presidencia de la República. Sin asomo de duda, Claudia Sheinbaum arrasó en el encuentro. No es un hecho controvertido: así lo confirmaron —con visible pesar— las voces más cercanas a la derecha en distintos medios de comunicación. Y así lo evidencia cualquier análisis serio del desempeño de las dos contendientes relevantes en esta elección.
Por un lado, la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia se presentó como una estadista: profesional, articulada, con datos duros y una ruta clara. No se enganchó con mentiras ni provocaciones. Sus intervenciones se enfocaron fundamentalmente en exponer las propuestas de su proyecto de Nación en materia de salud, educación, corrupción, no discriminación y violencia hacia las mujeres, mismas que destacan por su solidez técnica y por su congruencia axiológica.
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