Ante la derrota, la calumnia
La oposición moralmente derrotada y un frustrado aspirante a ministro me acusan de que pretendo, como integrante del Comité de Evaluación, apropiarme del Poder Judicial.
Afirman que es inexplicable que llegaran algunas candidatas que trabajaron en mi equipo de trabajo —juristas con décadas de experiencia profesional en el Poder Judicial— si no es debido a una corruptela o artimaña para favorecerlas, como si fueran personas incompetentes, sin agencia, méritos profesionales y una trayectoria propia.
Sostienen que incurrí en un conflicto de intereses porque estas abogadas pasaron “milagrosamente” los filtros del Comité, y se convirtieron en candidatas en virtud de mi influencia, que —imagino— conciben ilimitada, como si el voto de mis colegas del Comité fuera irrelevante y el proceso una simulación.
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