El montaje violento de la derecha
El 15 de noviembre pasado se realizó la llamada “marcha de la Generación Z”. La oposición la presentó como una sacudida juvenil contra el estado de las cosas; una protesta fresca, espontánea y vibrante. Pero los hechos —y no la propaganda— terminan imponiéndose: aquello no fue una expresión libre de una generación agraviada, sino un montaje violento de la derecha que, moralmente derrotada, recurre a cualquier treta para simular fuerza social.
Desde días antes se veía venir. El comportamiento en redes ya revelaba una operación mediática. Y lo que ocurrió el sábado lo confirmó: una movilización orquestada y financiada por la derecha que apuesta por la violencia y la confrontación, con contingentes sembrados y un impulso artificial generado mediante millones de bots adquiridos en el extranjero.
Entre los contingentes apareció un grupo cuya intención era evidente: llegar a violentar. No buscaban expresar un agravio ni exigir un cambio, sino provocar una reacción. Llegaron preparados para agredir a la policía, romper el cerco de seguridad y detonar un ambiente de confrontación que justificara la narrativa de caos que se quería imponer. Esa violencia no surgió de las y los jóvenes de México —que históricamente han marchado de forma pacífica—, sino de quienes, detrás de la operación, necesitan generar estallidos artificiales para sostener un montaje que no encuentra sustento en la realidad.
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